Los recientes conflictos
en el territorio de Ucrania, que mas que un país parece ser un accesorio de las
grandes potencias, sacan a la luz las viejas rencillas entre Europa y el Este
Europeo. Apenas el mundo sale de la escalada de violencia en Siria, cuando
Estados Unidos y los Europeos explotan la estabilidad de un pequeño país como
Ucrania que sobresale por su fuerte industria minera y ductos que transportan
lo referente al área energética, principalmente gas de Rusia hacia Europa.
Históricamente el territorio
de Ucrania ha pertenecido desde hace años a lo que era parte de la Unión Soviética,
solo después de la separación de esta entidad, surgieron países independientes
de Rusia como Ucrania. La dependencia económica de la metrópoli Rusa ha sido
trascendental en el desarrollo económico de Ucrania, aun a pesar de la
inversión europea, las bases de tecnología y legado de "know how" que
ha traspasado Rusia son innegables.
La escalada de violencia e
inestabilidad política que se ha visto durante parte del año pasado y los
últimos meses, son producto de una pugna interna que refleja los intereses
extranjeros, en un momento donde se están definiendo esferas de influencia
políticas entre Estados Unidos y el ascenso de una nueva Rusia.
Por un lado el ascenso al
poder del presidente Viktor Yúshchenko en
el 2004, (quien mantuvo a Ucrania en acercamiento con Europa), dirigió al país
hacia la aparente modernización y reformas estructurales. Luego ascendió al
poder Yanukovich en el 2010, abiertamente pro ruso. Los cambios drásticos
en las políticas de Ucrania, han separado completamente al país en dos pedazos,
una que aboga por la integración a la Union Europea y otra que quiere
mantenerse cercana a Rusia.
No hace falta observar
demasiado las cifras de violencia y división partidista, solo basta con
notar la cantidad de refugiados que están escapando hacia la frontera con
Rusia, donde la cantidad es tan alta por los conflictos que se puede hablar de
una crisis humanitaria, similar a los refugiados que huyen a Jordania desde
Líbano o Siria, la estabilidad y tranquilidad de los ciudadanos rusos que viven
en Ucrania y de los mismos ucranianos ha sido violentada por los intereses
europeos y norteamericanos en la región.
Es cierto que los malos
manejos financieros de los políticos que han favorecido la relación con Rusia
rayan en el escándalo del derroche y la corrupción política, pero eso no es
motivo para hacerle creer a la población de un país medianero en cuanto a
población y producción industrial, que pueda convertirse en estrella del equipo
de la Unión Europea. Sin mencionar el caso de los Rumanos que son tratados como
europeos de segunda clase.
Rusia tiene derecho
al diamante que simboliza Ucrania por sus relaciones históricas y nexos
económicas, y la Unión Europea que también requiere del abastecimiento
energético de esta zona, puede aspirar a favorecer sus relaciones económicas,
pero esto no le da derecho a separar una región con identidad propia que por
cercanía geográfica siempre estará ligada al este.
Quizás ese es el trato al que pudiera aspirar la clase popular engañada
tanto por el cuento de hadas europeo como por los vestigios de el imperio ruso.
Mientras estas pugnas entre países hermanos continúen, la tensión militar en
esa región puede alcanzar otras áreas como Asia y Medio Oriente.